El joven llegó desde tierras lejanas a trabajar de delivery en el Uruguay, las empresas de reparto en auge se consolidaron con ganancias netas aumentando sus riquezas , por ese motivo el incremento de cadetes fue necesario para cubrir la demanda del ecommerce o venta de comida online , este suceso provocó eventos inesperados para muchos.
Maik no estuvo ajeno a las circunstancias del área metropolitana, al entregar su último pedido en una zona bastante alejada del centro se percató de la presencia casi abrupta encima de él de una persona que no lo dejó continuar cuando se disponía a regresar en su moto.
Al llegar a Montevideo compró una Baccio 125cc roja para dedicarse al reparto y entrega a domicilio, pero sin saber que le costaría mucho trabajo adaptarse a los nuevos vericuetos sociales empeñó todo su tiempo y dinero en la empresa , pasaron algunos meses hasta que fijó sus metas.
Su moto, la única amiga y compañera que lo acompañaba a donde fuera le permitía salir con algunas ganancias extras y otras justas para pagar los gastos de renta.
El tráfico, la noche , los robos, los inagotables pozos o huecos, baches del pavimento de la calle, las idas y venidas, las distancias, el clima, la presión de entrega, la incertidumbre de tener la suerte de que a su app en el móvil desbaratado Xiaomi le entraran la mayor cantidad de pedidos posibles, entre otras cosas le provocaron anciedad , una anciedad terrible de la que se siente preso, porque es un chico bueno que dejó su futuro y profesión para invertir de buena gana y tener alimentos, ropa, libertad e independencia.
En ese intenso letargo pasa el tiempo , sus manos se le enduerme de las vibraciones del motor pero así sigue en la lucha , en la factura diaria.
Y es que el día que terminó el turno cerca de la media noche al entregar el último pedido en efectivo vió una silueta o sombra que se le acercó por detrás, confundido alzó el casco negro que le cubría su rostro y dandose la vuelta con cuatela, atento al evento, pudo ver una chica con cuerpo de sirena, ojos azules y cabellos amarillos, con una sensualidad ligera que exitaban al mirarla, por lo que se imaginó fantasiosamente con ella cuando de pronto la joven le expetó con voz de hombre gruesa y en rafaga:
- ¡¡¡Oye boludo!!! te falta dinero del cambio.
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